Es curioso. El momento desayuno siempre fue un quebradero de cabeza para mi madre, porque nunca sabía qué darme. Era incapaz de beber leche, porque no soportaba el olor (ni fría, ni caliente) y en los 80 y 90, el desayuno habitual en aquella época era: tazón de leche, con Cola Cao o Nesquik, y para acompañar una buena ración de galletas Chiquilín (a veces con margarina) o magdalenas. Lo pienso ahora y se me dispara el azúcar. Desayunaba poco y mal, como muchos de mis compañeros de pupitre y, a la hora del recreo, recuerdo tener siempre un hambre voraz. Lo hacíamos mal. Muy mal. Pero por puro desconocimiento. Y, ahora, cuando voy al supermercado y contemplo los carros de la compra del resto veo que las cosas no han cambiado, pese a que hay mucha más información o ¿quizá es desinformación? Así que vamos a ver si entre todos arrojamos un poco de luz. No se trata de sentirnos culpables y flagelarnos por lo mal que hacemos las cosas, de buscar excusas como «el no tengo tiempo», sino de cambiar poco a poco nuestros hábitos, de ponernos a los mandos de nuestra salud y tomar decisiones responsables por nosotros mismos y, también, por el medioambiente, porque como dice con mucho acierto Lucía Martínez en su libro Vegetarianos con ciencia «comer es un acto político».
Estas Navidades pasé un buen rato intentando explicar a mis sobrinos por qué tomar ositos Lulu (29 gramos de azúcar por cada 100 gramos) no era una opción saludable (difícil explicar el concepto salud a una niña de 9 y a un niño de 7) y que había cosas igual de ricas y fáciles de hacer para desayunar, como copos de avena que pueden saber como arroz con leche o unas tostadas con plátano y mantequilla de cacahuete. Soy «la tía corta rollos», qué le vamos a hacer, pero al menos creo haber conseguido que disminuyan el consumo de bollería industrial, algo que yo no pruebo jamás.
Como explica Lucía, el error más común con el desayuno es «creer que, tal y como nos ha vendido la publicidad, esta es una ingesta imprescindible o más importante que otras. No es así. Está muy bien desayunar, pero si no lo hacemos y preferimos comer algo más tarde, tampoco pasa nada. Salvo que seamos deportistas con un timing de ingestas concreto. El segundo error es consumir alimentos muy ricos en azúcar, como cereales de desayuno, cacaos solubles, yogures azucarados, magdalenas, galletas, bollos, mermelada… y el tercero es creer que solo existe una fórmula de desayuno correcta, el consabido lácteo más cereal y fruta. Es absurdo, un buen desayuno no tiene por qué cumplir esa norma y, de hecho, hay muy malos desayunos que la cumplen». Para los que no sabéis qué dar vuestros hijos para del desayuno (o qué desayunar vosotros mismos) echad un ojo a esta entrada del blog de Lucía.
Yo crecí sin internet y con un acceso muy limitado a información sobre salud. De hecho, mis únicas dos fuentes eran los dibujos animados de Érase una vez el cuerpo humano y lo que contaba Ramón Sánchez-Ocaña (con los años descubrí que no era médico sino periodista) en La Uno. Y, sin embargo, pese a la cantidad de blogs de calidad que divulgan sobre estos temas, como Dime qué comes, Mi dieta Cojea, Gominolas de Petróleo, El Comidista, seguimos desayunando mal, «porque es una ingesta en la que se ha cebado la publicidad de cereales, galletas, lácteos azucarados, cacaos… sobre ninguna otra pesa tanto esa presión marketiniana. Y, además, suele ser un momento de prisas, en el que nos viene muy bien comer algo que sólo haya que sacarlo de un paquete. Y, sobre todo, porque falta información de calidad que permita a mucha gente elegir su desayuno con más criterio.», explica Lucía.
¿Es el desayuno la comida más importante del día? Como explica Aitor Sánchez en su libro Mi dieta cojea: «no es obligatorio. Es un mito, en especial, si esa presunta ‘comida importante’ está plagada de malas elecciones».
¿Qué evitar? «Los cereales de desayuno están compuestos únicamente por el almidón del grano, desprovisto del salvado y del germen. El resultado es un cereal refinado al que se le suele añadir azúcar extra», señala en su libro el experto, que incluye entre sus recomendaciones «los zumos y los batidos caseros para variar el desayuno y si no queremos abandonar la rutina de tomar cereales, sería interesante priorizar la avena. Los cereales sin azúcar son una mejor alternativa pero lo ideal es que sean integrales«.
Como el movimiento se demuestra andando, hoy os quiero dejar esta entrada sobre un desayuno diferente, que no tardo más de cinco minutos en preparar, y en el que no hay pan, sino tapioca (la fécula extraída de la yuca), muy popular en Brasil y aquí en Portugal. Como veréis lleva pavo. Y, ojo, porque este es uno de esos productos que muchos lleváis en el carro del supermercado, porque tiene la etiqueta de sano (y bajo en grasa). Y no es tan saludable y natural como lo pintan. Os animo a leer la etiqueta para que comprobéis cuánto hay de pavo (de verdad) en el paquete. El que yo uso en esta receta lo compré en el supermercado Aldi, tiene un 90 % de carne de pavo, aunque lleva dextrosa (azúcar). No es perfecto, pero está bastante mejor que muchos otros. La tapioca, también, me gusta mucho con plátano y con mantequilla de cacahute. Un dato, cuando compres mantequilla de cacahuete mira de nuevo la etiqueta y elige una que solo lleve cacahuete y sal marina. La que uso es de Clear Spring y en Lisboa la compra en Celeiro, un conocido herbolario.

Yo utilizo goma de mandioca hidratada (viene ya preparada) de la marca Tapiofit que compro en herbolario (500 gramos, 4,50 €).

Pongo dos cucharas en una sartén y la extiendo bien sobre toda la superficie, como si fuese un crepe. No hace falta calentar la sartén. La pongo a temperatura media.

Para el relleno, un poco de mezclun de lechuga, queso fresco granulado (cottage cheese), un poco de pavo y un huevo revuelto que sazono con pimienta y perejil liofilizado (suelo evitar la sal).

Cuando la tapioca se endurece la retiro del fuego. No hay que darle la vuelta para hacer el otro lado.

La envuelvo como si fuese un wrap…

Y no dejo ni las migas. Silvia casi no llega a tiempo ni para hacer la foto. Y come me preguntaréis, la chaqueta de la foto es de adidas.

Y Pixie contempla todo el proceso para ver si en una de estas le cae algo.
A mí me gusta variar en el desayuno, así que si el tema os ha parecido interesante dejadme vuestro comentario y preparo otro post con más recetas.
Fotos: Silvia Martinez.
Pues me apunto la receta! yo suelo variar pero 3 días a la semana me hago un porridge con copos de avena, semillas varias, canela, frutos rojos (si no los tengo naturales siempre tengo una bolsita de deshidratados) y leche de avena. Los otros días , si voy con prisa me tomo una fruta en cada y me llevo un mini de queso o si bien tostadas de pan de espelta con hummus o aguacate aplastado con un chorrito de limon